La derrota napoleónica significó el fin del proceso de la Revolución Francesa. Sin embargo, los monarcas absolutistas no están fuera de la lucha. Por el contrario, están trabajando para restaurar las monarquías.
El nuevo orden europeo se basa ahora en dos principios: legitimidad, es decir el derecho que tenían las monarquías de recuperar sus reinos, y el equilibrio, para que ninguna nación estableciese supremacía sobre el resto. Fenando VII retornó al trono de España reimplantando el absolutismo y persiguiendo con dureza y rigor a los opositores. Decidió además, recuperar territorios coloniales americanos que estaban en pleno proceso emancipador, con un ejército de casi 15.000 hombres. En el Río de la Plata, el temor hoy es que las fuerzas realistas puedan revertir los ideales revolucionarios.